DEJAR DE ESCUCHAR AL OTRO PARA SENTIRLO



      Probablemente hoy te encuentres con alguien que no te diga nada nuevo, hasta puedes ser tú mismo aburriéndote de tu propio discurso. Sus palabras se repiten mientras tus juicios hacia él aumentan, por cierto son también los mismos de siempre. En esos momentos no vives, sino que revives, has cambiado la frescura y la sorpresa de la vida por un viejo serial. ¿Qué solución tenemos ante esto? Pues la misma que ante un programa de televisión que no nos gusta, cambiar de canal, variar la frecuencia con la cual sintonizamos.
      Alejémonos del aburrido y viejo discurso de nuestro interlocutor, vayamos apagando su volumen, y empecemos a fijarnos en los ojos del otro, ahora ya libres de sus aburridas palabras vayamos también bajando el volumen de nuestros juicios sobre él. Sintonicemos con la frecuencia de la mirada inocente, centrémonos en descubrir lo que de él desconocemos. Imaginémosle como un universo a descubrir y con nuestra mirada pura, recuperada de la desintegración de nuestros propios juicios, contemplémosle de nuevo ... finalmente observemos su mirada, iluminémosla con la frescura y pureza de la nuestra y .... sintámosle con la fuerza de nuestro corazón... ¡ahora todo es diferente!


       Desde nuestra nueva sintonía dejemos que nuestras palabras broten de nuestro corazón, sin importar interrumpir al otro en su discurso, reconduzcamos la conversación hacia la frescura de lo nuevo y lo desconocido ... sorprendamos a nuestro interlocutor con un nuevo personaje traslúcido a nuestro corazón ... ¿Te imaginas la cara de asombro del otro ...? Seguro que se olvida de su viejo discurso, seducido por la magia de un nuevo y auténtico encuentro. 
    Querido lector, ¿qué te parece probarlo hoy mismo ...? Conversaciones aburridas y rancias no te han de faltar, ¿por qué no convertirlas en encuentros mágicos e inolvidables ...? Es sencillo, tan solo hay que cambiar nuestra sintonía y dejar de escuchar al otro para sentirlo ... 


 

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