HACIA EL ADULTO ALADO
Mirar al futuro sin sueños
propios y buscando satisfacer sólo los estados de necesidad del ego es como
mirar en un espejo retrovisor: sólo podemos ver proyecciones de lo ya pasado.
Un futuro auténticamente nuevo no se puede construir simplemente uniendo los
mejores pasados, sería como pretender estrenar un vestido hecho de retales
viejos.
Los futuros frescos, atrevidos, que nos
pueden conducir a vivir la vida como una maravillosa aventura, esperan ser
reconocidos en los anhelos de nuestro corazón, son los sueños que nos hacen
despegar del pegajoso y pantanoso terreno de "esto es lo que hay".
Para acceder a ellos hemos de encarnar la inocencia, esa que no ha dejado de
vivir en nuestro niño interior.
¿Qué te
parece, querido lector, llevar a pasear al parque o al campo a tu niño
interior, dejarlo suelto y sobre todo sentirte él ...? Encárnalo, vive la vida
como un juego, y luego deja que libremente tu imaginación busque en tu corazón
esos sueños que harán de ti un adulto alado, una persona que sabe vivir más allá de lo cotidiano, un ser humano que cumple sus sueños.
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