CUANDO LA PALABRA ES UN CANTO DE NUESTRO CORAZÓN


       
    Cuando los ruidos de la dualidad se acallan ...  el silencio, como un velo que al levantarse descubre un gran tesoro, nos muestra la música de nuestro corazón. Es una música sin letra, que libera a la palabra del peso de su significado, elevándola al puro sentir.
     

   Un abrazo en esta melodía se convierte en una canción, que nos lleva a esa parte de nuestro interior en la que reconocemos al otro desde la desnudez de nuestra conciencia, ya no hay juicio y lo que me separa del otro es una piel sensible en la que nos encontramos en las caricias, cualquier palabra que pronunciemos es ahora un canto de nuestro corazón. 
  





TRASCENDIENDO LA EXPERIENCIA: CONSEGUIR LO "IMPOSIBLE"


   La verdad no se puede deducir de la experiencia, pues ésta  depende de nuestra mirada, es decir, de las creencias desde las que vivimos y creamos esa misma experiencia. La verdad está relacionada con la inocencia, por eso tenemos la sensación de tocarla cuando miramos a un bebé. Sólo desde la inocencia podemos ser auténticos, la culpa nos desconecta de nuestra esencia, de la verdad  que late en nuestro corazón.
  Querido lector: ¿cuántas veces te has engañado con la experiencia ...? Si la experiencia fuese sabiduría en sí misma nuestros ancianos serían felices. Una experiencia sin la "Sabiduría de la Ignorancia" conduce a la cárcel del "esto es lo que hay".

Erin Gruwell fue a parar a una escuela en la que todos estaban atrapados en la experiencia de "esto es lo que hay"; pero supo encarnar la "Sabiduría de la Ignorancia" y desde su inexperiencia como maestra y su inocencia de corazón consiguió lo "imposible": liberar a sus alumnos de la cárcel de lo que habían sido sus experiencias cotidianas, abriéndoles la puerta a un futuro sin las cadenas del pasado.


    Necesitamos sentir una luz inocente que ilumine nuestro camino desde nuestro interior y no la luz cegadora de nuestras experiencias traumáticas. La experiencia puede ser un buen libro de consulta, pero no sirve como brújula en los caminos frescos y novedosos del corazón, en los pasos hacia un futuro por estrenar.
   Adulterar la vida no es más que querer hacer de la experiencia un lugar tan seguro que termina convirtiéndose en nuestra propia cárcel, es el desequilibrio del adulto por excelencia y con el que pretende hacer "madurar" al adolescente, sin darse cuenta que la vida plena requiere contar en todo momento con la sabiduría de todas las edades
   ¿Qué te parece ir más allá de la experiencia, de la cárcel del adulto, y empezar a conseguir lo "imposible" ...? 





MÁS ALLÁ DE LA LÁMPARA DE ALADINO ...



     La auténtica libertad no consiste en hacer lo que nos dé la gana, sino en ser auténtico. Cumplir deseos que provengan de los estados de necesidad de nuestro ego nos puede llevar al efecto Lámpara de Aladino: el último deseo es deshacer los anteriores. 


      
Mientras no nos sintamos los creadores de nuestra vida y hagamos de nuestra creatividad el sello de nuestra libertad, buscaremos siempre una lámpara mágica que mitigue nuestra sensación de desamparo frente a la existencia, una lámpara que, al concedernos deseos, nos proporcione una anestesia que duerma nuestra insatisfacción de no saber conectar con nuestro propio poder.

    
  Para ser verdaderamente libre es necesario antes liberar a nuestros deseos de nuestras creencias limitantes y de los estados de necesidad que éstas provocan en nosotros. El camino para conseguirlo pasa por enfrentarnos a la educación que introdujo en nosotros estas creencias y en reeducarnos en abrir el corazón a la vida. En este andar iremos poco a poco acercando la fuente de nuestros deseos a los anhelos de nuestro corazón, esto aclarará nuestro horizonte lo suficiente como para ver en él los sueños que llevan el perfume de nuestra esencia. A medida que caminemos hacia eses sueños iremos notando en nosotros la presencia de unas alas, son las alas de una nueva libertad, la libertad de despegar de aquellas cosas a las que les habíamos cedido nuestro poder y que lejos de hacernos felices negaban nuestro sentir más profundo. Ya no tendremos la necesidad de hacer lo que nos dé la gana, por la sencilla razón de que no necesitaremos ninguna lámpara mágica de los deseos, ¿quién la necesita cuando ya vuela libre ...?