DEL PECADO ORIGINAL A LA INOCENCIA PRIMITIVA


     Mientras busquemos culpables de nuestros males no podremos sentirnos creadores de nuestra vida, por la sencilla razón de que les  estaremos cediendo nuestro poder creador. No juzgar a las personas es más que un acto de bondad, es un acto de libertad. En el juego de la dualidad el juicio sobre nosotros mismos y sobre los demás es la fuerza de gravedad que nos mantiene pegados al suelo de los dramas: más juicio, más peso dramático. Una nueva vida de auténtica libertad se abre ante quien asume esta realidad y el compromiso de cambiarla. La excusa de creer que no se tiene tiempo para acometer este cambio de la realidad propia no es más que una hábil maniobra de nuestros personajes adictos al drama. No es verdad que nuestros problemas creen el drama, es nuestra visión dramática de la vida la que crea nuestros problemas.

Ver, sentir, liberados del juicio, es reconocer nuestras alas de libertad
     Querido lector, ¿qué te parece abandonar el escenario del drama y contemplar la vida fuera de él …? , ¿qué opinas de aprender a sonreír desde la alegría inocente del corazón …? , ¿cómo sería tu vida sin las cadenas del autojuicio y del juicio a los demás …  sin tener que caminar por la pegajosas tierras de la dualidad ?, ¿cuántas cosas podrías crear en el tiempo que antes dedicabas al absurdo arte de juzgar …?, ¿cómo verías a tus seres próximos sin juicios …qué nuevas facetas descubrirías en ellos …. y en ti mismo …? Sería como volver a nacer, pero en vez de con el pecado original con la inocencia primitiva.




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