NO HAY QUE CONFUNDIR NUESTRA PRESENCIA CON VIVIR EL AHORA


      Nuestra presencia, más allá de nuestro cuerpo físico, puede estar en cualquiera de los tres tiempos: pasado, presente o futuro. En español el hecho de llamar presente al ahora ayuda a generar la confusión entre presencia, que es algo que trasciende lo temporal, y el ahora. No tiene sentido hablar del poder del ahora, sino del poder de nuestra presencia, que puede habitar cualquiera de los tres tiempos. Si el futuro no fuese algo tangible para nuestra mente y sentir, no podríamos detectar en nuestro interior los sueños y anhelos que al realizarse en el ahora, con el auxilio de la experiencia del pasado, nos han enriquecido como personas y como humanidad.

El pasado y el futuro no han de ser una carga, para ello es necesario limpiarlos de miedos y proyecciones de nuestros estados de necesidad. Hay que reinterpretar nuestro pasado hasta que logremos embellecerlo, de esta forma despejaremos nuestro futuro de limitaciones del pasado. Una vez vayamos avanzando en este proceso serán nuestros "nuevos" pasados y futuros quienes nos empujen y propulsen en la dirección de nuestros sueños, de los anhelos de nuestro corazón auténtico.
     Si hay tres tiempos no es para que uno prevalezca sobre el otro, sino para que puedan relacionarse y enriquecerse entre sí, a través, claro está, del poder de nuestra presencia en los tres. Si en las tradiciones espirituales y en la llamada Nueva Era se ha dado prioridad al ahora es por una de las leyes de la Dualidad: dar brillo a una parte de un todo a costa de quitárselo a las otras partes, si nos fijamos bien veremos como este principio del paradigma, en el que todos hemos sido educados, está expresándose constantemente a nuestro alrededor; de hecho a veces se ha dicho, en el tema que nos ocupa en este escrito, que el tiempo que no existe es el ahora, puesto que no se puede acotar temporalmente: en el momento que queremos medirlo estamos o bien en el pasado o bien en el futuro. La explicación a esto está en el hecho de que el ahora actúa como un eje de simetría entre el pasado y el futuro, es como si éstos fuesen las hojas de un libro, con dos dimensiones, y el ahora fuese como una línea, esto le da a este último un carácter diferente a los otros dos tiempos, pero no le quita importancia y mucho menos lo hace inexistente.

Los tres tiempos, iluminados por nuestra presencia,  pueden interpretar una bella danza, sin  jerarquías entre ellos nos darán lo mejor de cada uno.